Católicos y Protestantes
Tal vez la principal diferencia entre católicos y protestantes no esté en la fidelidad a Roma y a la figura del Papa, ni siquiera en los conceptos de salvación o en la posibilidad de que cada cual funde su propia Iglesia. La gran y fundamental diferencia está en la Eucaristía.
La Eucaristía, conforme a la escritura y a la tradición de la iglesia es el mas grande milagro de la existencia: es la presencia real de Jesus en ella. Es decir, ese pan y ese vino, a partir de la consagración se convierten en cuerpo y sangre de Jesus, verdadero Dios y verdadero hombre. Este es el punto de quiebre, esto es lo que hace y marca la diferencia fundamental, insoslayable, imposible de esconder entre un mundo y otro. Es o no es. Por eso la Eucaristía, iluminada e iluminando la escritura y las enseñanza de la Iglesia, se convierte en el verdadero norte que guía a cada persona en la búsqueda de la verdad u que la protege de las acechanzas de los demonios y posibilita entrar a la presencia del Padre, desde ahora y para siempre.
De acuerdo las palabras de Jesus, Yo soy el camino la verdad y la vida (Jn 14, 6) no hablamos de una verdad, hablamos de LA VERDAD, la verdad total del universo; no hablamos de UN camino, hablamos de El CAMINO, el único que conduce con certeza a la plenitud de la existencia. No hablamos de esta vida, efímera, pobre y gris donde en el mejor de los casos “vemos como por entre un espejo”, o peor no vemos más que nuestro propio ombligo, sino de la vida verdadera, la que es luz, totalidad, la que es felicidad eterna.
Todo esto es la Eucaristía.
Claro, con la Eucaristía así como con el nombre de Jesús, se llevan a cabo abusos y engaños… todos los días, todo el tiempo. Jesús ha puesto la Eucaristía en manos de los hombres y los hombres… somos lo que somos. Desde el clericalismo que busca arrodillar a los fieles y mantenerlos en estado de eterna niñez espiritual, de supuesta inferioridad respecto al clero y que les niega los carismas y ministerios que les corresponden dentro de la Iglesia, que busca que los laicos solo piensen lo que ellos quieren que piensen, hasta los laicos mismos que creen que si cumplen el precepto de ir a misa el Domingo ya están libres de culpa y tienen el camino pavimentado al cielo. Unos y otros, ojo, unos y otros no son mas que fariseos, falsos cristianos que pretenden ser una cosa y son otra y que en el fondo tienen un problema monumental: no conocen a Jesús. Lo que viven es una especie de caricatura del verdadero camino; la verdad que encuentran es un remedo triste de la verdadera realidad del universo y la vida que hallan es solo esta misma vida gris y efímera.
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