GRATITUD
Dar y recibir establece una relación de amor. Quien da, da porque ama. Quien recibe, recibe porque se sabe amado y responde a su vez amando. Esa respuesta es lo que llamamos gratitud; . Es un “te amo, porque tu me amaste primero”. Obra en los dos sentidos: quien da agradece porque ha podido dar. Como ocurre con los hijos. Y quien recibe, agradece el amor y la entrega de aquel que le da y responde a ese amor con amor. Como ocurre con los padres.
Por eso la gratitud no es igual a dar gracias. Dar gracias se termina al final de la frase. La gratitud perdura y establece una relación: Tu me diste, nunca lo voy a olvidar. Tu me diste marca mi relación contigo: me diste y nada me debías, salvo el amor que me tienes y ese amor lo respondo con mi amor.
Por eso es dañino recibir sin gratitud, o peor, recibir con interés. Eso no construye una relación sino que produce un resentimiento. No me gusta lo que eres, o no me gusta lo que haces o lo que has hecho, pero lo callo porque necesito que me des. Aún necesito. Lo callo mientras recibo y luego, cuando no me das más o cuando no necesito más, entonces sí hablo y te echo en cara mis reclamos. Esto es deshonesto y desleal, afea el carácter.
Parte de la lealtad y gratitud implica decir lo que pienso, hacer mis reclamos a riesgo de no recibir lo que se me va a dar o se me está dando. Ese riesgo se llama integridad. Más aún, es de lealtad (y gratitud) ayudar al otro a ver su propia realidad, que puede estar escondida a sus ojos, expresándole mis dudas o reclamos a tiempo. Esperar a no necesitar para recriminar es desleal, es traicionero y es ingrato y, por supuesto, rompe la relación.
Como ven, esta es una invitación.
Herza Barzatt
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