Carta a los Hijos
Es difícil expresar mi amor por ustedes; a veces las palabras y los gestos se quedan engarzados y no encuentran camino; a veces nuestros errores parecen derrotarnos y nos silencian; a veces no encontramos otra forma de expresar el afecto que dar cosas o dinero... Pero sé que es insuficiente. Nada reemplaza un abrazo a tiempo, una palabra oportuna, un gesto; es muy difícil sanar un grito, un golpe, un abandono...
Para escoger caminos sería importante mirar la vida de nuestros mayores. Mirar como pensaban y a dónde los llevaron sus pensamientos; como fue su vida, como es vida actual... o como fue su muerte.
Es deber y derecho de los hijos escoger sus ideas y creencias en libertad y sin coacción... y llegar tan lejos como su corazón los lleve. Es deber y derecho de los padres orientar y guiar el desarrollo de los hijos en la búsqueda del bien, prevenir y advertir sobre la presencia de ideas erradas que conduzcan al mal o a la infelicidad.
Me esfuerzo por ustedes porque a pesar de que van creciendo (la mayoría son adultos) y tienen el derecho y el deber de escoger sus propias vida, ideas y creencias, y mi deber y mi derecho como padre es guiarlos y orientarlos.
Tener hijos no tiene sentido si uno vive para el mundo. Los hijos son supremamente exigentes de principio a fin. Por eso la verdadera razón de todos ustedes (sea que les parezca bien o no) fue y es seguir a Cristo en esta tierra y así llegar juntos al paraíso.
El resto es fracaso.
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